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diré lo primero, que estos artículos particulares contienen doctrinas mui generales, y tan vastas, que solo el primer artículo de la segunda venida del Señor dá amplia materia á toda la obra del autor. Le diré lo segundo, y de segunda, que en estos mismos artículos hai algunas cosas que son de fe, y otras cosas que no lo son. "Aquí (dice mui bien el autor en su proemio á la obra), aquí no se trata de averiguar el dogma: este ya lo sabemos y lo creemos todos con toda la Iglesia. Se trata únicamente de saber

por las Escrituras algunas circunstancias particulares que no son de dogma, acerca del tiempo, del modo, del lugar." Todos sabemos y creemos por el dogma, que Cristo vendrá á juzgar; mas no sabiéndose el cuando, se averigua, si vendrá mucho antes, ó solo al fin del mundo. Todos sabemos y confesamos, que hemos de resucitar: pero no sabiéndose el como, se pregunta si resucitarémos todos á un mismo tiempo. Todos sabemos y confesamos, que los justos serán eternamente glorificados; pero no sabiéndose en donde, se inquiere cual será el lugar determinado de la gloria. En estas cosas, que si están reveladas, no nos consta de la revelacion : : que no hai una tradicion constante y universal, y que no hai una clara definicion de la Iglesia, cada uno discurre como lo juzga mas conforme a estas fuentes. Una opinion por mas comun y universal que sea, nunca dejará de ser opinion, ni pasará á ser artículo de fe, sino cuando la Iglesia lo declare, ó porque estaba claramente contenida en las Escrituras, ó por conservada en la antigua, constante y universal tradicion: mientras no lo declare, la opinion será siempre opinion, por mas que cuente á millares los secuaces: y quien se le opusiere, si lo hace sin razon, podrá llamarse un temerario; pero nunca un hereje. Aora pues: el autor en su obra supone el dogma, y solo trata de las circunstancias, que son de mera opinion. La Iglesia deja las circunstancias á las disputas, y solo nos enseña el dogPara decir que de lo que pretende probar el autor, se sigue que la Iglesia ha errado, era menester, ó que la Iglesia nos enseñase las circunstancias de mera disputa,

ma.

como de fe, ó que el autor impugnase lo que es de fe; y si lo primero es implicatorio, lo segundo es falsísimo. Concluyámos pues, que la conclusion heretical del compendio, ni se halla espresa en la obra, ni de lo que en ella se halla se puede legítimamente inferir.

24. Ya habrá V. visto, que para mi asunto de probar la diferencia de la obra al compendio por lo que tiene de mas, me he ido contentando con las diferencias que V. mismo confiesa, y que como confesion de parte me releva del trabajo de enseñarle otras, que si bien me ocurren, las dejo por no serle molesto en la prolijidad: y fiado en su buena fe, no he dudado, é he ido suponiendo corresponda la obra al compendio, en cuanto V. los ha hallado conformes en su concordancia. Mas en la conclusion, despues de la tercera diferencia que V. hace y acabamos de ver, me vino la gana, no por desconfianza, sino por curiosidad, de cotejar las dos concordancias que se siguen; y hallo con sorpresa mia, que pudiera V. sin escrúpulo haberlas puesto por dos diferencias; ya que la diferencia no solo es en las voces, sino tambien en la sustancia. Estoi mui lejos de atribuirlo á malicia ó mala fe; creo sí, que habrá sido un descuido, mas no facil de escusarse, pidiendo la materia una mayor atencion. Vengamos pues á la concordancia, y veamos si lo que dice la obra corresponde á lo que dice el compendio. Dice el compendio en el número 37 á su amigo: "El emprender otro estudio, &c. (V. solo apunta la cláusula en su concordancia: yo la prosigo, sacándola al pie de la letra del compendio): El emprender otro estudio del que has tenido hasta aora, es un efecto consiguiente al desengaño; porque ¿quién volverá á beber en los vasos mismos donde ya tiene descubierta la ponzoña; y mas teniendo en sus manos la fuente limpia y pura, donde quien bebe con verdadera sed, no puede beber sino vida eterna?" Vamos aora á ver si lo que dice la obra concuerda. V. nos remite à dos lugares de ella. El primero en la introduccion pág. 21, que indica el periodo: "Os pregunto lo segundo, &c. (y prosigue así):

¿ Visteis vos mismo con vuestros ojos estas circunstancias en la Escritura? Así debia yo creerlo de un sacerdote como vos sois: y no seriais escusable, si debiendo beber las puras aguas en la misma fuente, las fuerais á buscar en cisternas menos seguras." Aora, digo yo, ¿donde se halla en esta cláusula de la obra aquel vasos de ponzoña que envenena toda la cláusula del compendio? Lo que la hace verdaderamente nauseante y escandalosa es, el llamar los libros pios y doctos de los intérpretes, nada menos que vasos de ponzoña. Esto es lo que á V., y con razon, tanto choca en su impugnacion y de lo que como de un pestífero antecedente le tira las mas funestas consecuencias. Mui lejos de esto el autor: lo qne únicamente hace, exortando á un sacerdote á que lea por sí mismo las Escrituras, es decirle, que no seria escusable si dejando la fuente de aguas vivas de las Escrituras, se fuera á beber en otras cisternas menos seguras. ¿Y es acaso algun pecado decirle á un sacerdote, que respecto á las Escrituras son los otros libros menos seguros? Quien no quiera dar la infalibilidad de Dios á las palabras de los hombres ; como dudarlo? ¿ó es lo mismo decir, que los libros de los intérpretes son menos seguros que los de Dios, como lo dice la obra; que decirles que son vasos de ponzoña, como dice el compendio? En mi diccionario á lo menos significan cosas mui diversas; pero al concordador le bastó oir en ambas cláusulas fuentes, aguas, Escrituras, para que á la cadencia, y por el sonsonete le pareciesen lo mismo. El segundo lugar á que nos remite es la parte i, cap. i, pág. 33. Lo que allí hallo (dice el autor) es que el sistema que se habia formado acerca de la segunda venida del Señor, le parecia verlo claro no solo en una parte, sino en todas las Escrituras. Y que cuando para solidarse y entender mejor lo mismo que habia leido en los libros santos, iba á leerlo en los intérpretes, le sucedia, que lo mismo era leerlos, que desaparecer de su mente las luces que tenia, y sucederse en su lugar una noche oscura que lo ponia en tantas tinieblas, que no sabia donde estaba." Pero nada

TOMO III.

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de esto es decir que los libros de los intérpretes son vasos de ponzoña. Lo mas que se podia decir era, que para el autor eran vasos de tinieblas. Y era mui natural que lo fuesen porque entendiendo él en este punto de un modo las Escrituras, y hallándolas en los intérpretes esplicadas de otro mui diverso, era preciso que cuanto mas clara le pareciese su inteligencia, tanto mas oscura se le hiciese la contraria. Pero estas tinieblas respectivas no son en desdoro, ni arguyen un defecto absoluto de luces en los intérpretes. Ellos en sí serán ilustres y clarísimos, mas no para el autor, que embestido de mayores luces en la misma fuente de la Escritura, no admitía las menos de los intérpretes: como la luna no deja de ser clara, porque la tierra embestida del sol no admite, no recibe en el dia las luces de aquel planeta de la noche. Se ve pues de ambos lugares, que la corcordancia no es sino una verdadera discordancia, y que sin recelo la podemos contar despues de la tercera, por la cuarta diferencia de lo que tiene de mas el compendio que la obra.

25. Veamos si la que se sigue concuerda mejor. Habla V. en su concordancia así: "En el mismo número, dice el compendio, que los mas de los sacerdotes de nuestros dias nunca leen las Escrituras." Las palabras formales del compendio son estas: "Ella (la Escritura) es oscura para los que nunca la leen: y estos son los mas de los sacerdotes de nuestros tiempos." En la página citada escribe V. que la obra dice lo mismo. Abro la página, y lo que hallo es esto. "Entre los muchos males que presentemente aflijen á la Iglesia, no es el menor el descuido y poca aplicacion del comun de los sacerdotes al estudio de los libros santos: digo estudio sério y reflexivo, no una leccion precipitada y superficial." Pregunto yo aora es lo mismo nunca leer las Escrituras, que no leerlas con estudio sério y reflexivo? Para quien no se paga del sonsonete de escritura, sacerdotes, leccion, es ciertamente grande la diferencia. Lo primero lo dice el compendio, y lo creo falsísimo: porque ; qué sacerdote hai,

que á lo menos leyendo su oficio, no lea las Escrituras? La obra dice lo segundo, y lo tengo por muy verdadero: porque realmente son mui pocos los sacerdotes que leyendo la Escritura hagan un estudio sério y reflexivo sobre ella. Para probar esta verdad de hecho, apela el autor á la práctica y esperiencia del tiempo, y le dice á su amigo Cristofilo, como yo á mi amigo D. Toribio: V. que como hombre literato gusta tratar con hombres literatos, dígame: ¿cuantos ha hallado que hagan su principal ocupacion de este divino estudio? Yo me persuado, responderá V., que mui pocos. Y yo, que aunque no literato he gustado de su trato, puedo con verdad asegurar lo mismo. Aora, si nosotros que por nuestra suerte nos hemos criado en un gremio de tantos literatos, hemos hallado tan pocos sériamente aplicados al estudio de las Escrituras cuanto menos respectivamente se hallarán en otros gremios, donde no se cultivan tanto las ciencias? Se ve pues en esta concordancia otra nueva discordancia, que contarémos por la quinta diferencia de lo que tiene de mas el compendio que la obra. Si alguno por estas dos concordancias, que son las únicas que yo he cotejado hasta aora, y hemos visto tan poco acordes, quisiera formar juicio de las otras, Hevado de la regla que por la muestra se conoce el paño, y la otra la una descubre al leon: yo que conozco su honradez y buena fe, le diria que se guardase bien de juzgar tan mal: le diria que cansado de un tan prolijo trabajo, á lo último se le fatigó la atencion, y padeció un descuido; que un descuido no hace regla, y que tambien suele dormirse Homero. Dando pues aora por justas y exactas las demas concordancias, ya que ni para probar el primer miembro de nuestro asunto necesitamos mas, solo nos quedaban que examinar las dos últimas concordancias que V. pone, de la claridad de las Escrituras, y del modo indigno de tratar á los doctores. Pero habiéndome salido esta primera parte mas larga de lo que yo quería, por no dilatarla mas, tratarémos de uno y otro en lugar mas oportuno. Y habiendo ya visto

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