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ARGUMENTO Y MOTIVO.

CORRIA por las manos de algunos uno que se decia compendio de la grande obra del Sr. Lacunza. Pasando de unas á otras cayó por desgracia en las manos del Sr. D. Toribio Caballina: lo leyó, le desagradó sumamente, y sin haber visto la obra, ni examinar primero (como era de razon y de justicia) si los que decia el compendio eran los sentimientos genuinos de la obra, tomó la pluma, y mojándola en hiel, mas que en tinta, escribió contra el breve papel una larga y acre impugnacion, en que no solo atacaba la doctrina, sino tambien la persona respetable del autor. Ni solo esto: se sacaron copias de la famosa impugnacion, y pensando hacer un obsequio al Señor, se hicieron girar por varias ciudades de Italia, llevando en triunfo el descrédito del autor. Así corrieron años, hasta que sabiendo el impugnador que yo tenia la obra, quiso verla, y me la pidió por medio de un amigo suyo y mio, D. José Sotelo. Por largo tiempo me resistí á darla: no porque la obra trabajada á toda prueba pudiese temer de la mas severa crítica; sino porque la traduccion del latin al español era mia, y la habia hecho para mi uso privado, sin pensar en esponerla á los ojos de otros. Pero al fin vencido de las repetidas instancias, y esperando que al leerla, tal cual ella fuese, mudaría, si no de doctrina, á lo menos del mal concepto que habia formado del autor, cedí al empeño, y me resolví á enviársela con ésta carta, que por habernos conocido juzgué una debida atencion escribírsela.

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ARGUMENTO Y MOTIVO.

CORRIA por las manos de algunos uno que se decia compendio de la grande obra del Sr. Lacunza. Pasando de unas á otras cayó por desgracia en las manos del Sr. D. Toribio Caballina: lo leyó, le desagradó sumamente, y sin haber visto la obra, ni examinar primero (como era de razon y de justicia) si los que decia el compendio eran los sentimientos genuinos de la obra, tomó la pluma, y mojándola en hiel, mas que en tinta, escribió contra el breve papel una larga y acre impugnacion, en que no solo atacaba la doctrina, sino tambien la persona respetable del autor. Ni solo esto: se sacaron copias de la famosa impugnacion, y pensando hacer un obsequio al Señor, se hicieron girar por varias ciudades de Italia, llevando en triunfo el descrédito del autor. Así corrieron años, hasta que sabiendo el impugnador que yo tenia la obra, quiso verla, y me la pidió por medio de un amigo suyo y mio, D. José Sotelo. Por largo tiempo me resistí á darla: no porque la obra trabajada á toda prueba pudiese temer de la mas severa crítica; sino porque la traduccion del latin al español era mia, y la habia hecho para mi uso privado, sin pensar en esponerla á los ojos de otros. Pero al fin vencido de las repetidas instancias, y esperando que al leerla, tal cual ella fuese, mudaría, si no de doctrina, á lo menos del mal concepto que habia formado del autor, cedí

peño, y me resolví á enviársela con ésta carta, que bernos conocido juzgué una debida atencion escribír

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AMIGO Y SR. D. TORIBIO :

Ravenna y Julio 2, de 1795.

D. José Sotelo se ha empeñado en sacar de mis manos una traduccion, que yo habia hecho del latin al español para mi diversion y uso privado, de la obra del Sr. D. Manuel Lacunza: y conviniendo yo en dársela por su empeño, y ser para V., he creido un deber mio acompañarla con ésta mia, saludándolo con la estimacion y afecto, que desde que lo conocí constantemente le profeso. Me lisongeo no dudará de la sinceridad de mi corazon; pero cuando exigiera una prueba, no puedo dársela menos equívoca, que la confianza que hago de sugetar esos mis borrones á la luz de sus ojos. Confieso que para resolverme á mandársela, á mas de la voluntad ha tenido su parte el entendimiento. Muchas veces me he acordado del ánimo imparcial que en nuestras conversaciones le observé, de su mente libre de preocupaciones, y solo amante de la razon y verdad. ¿Y quién sabe, me decia, si hallándola aunque tan mal vestida en ésta mi traduccion, la abraze ? Ella es tan bella que no necesita de agenos afeites, para dejarse amar por sí misma. ¿Quién sabe si al leerla no mude de juicio, y cuando no apruebe el sistema (ya que hai tantos pareceres como hombres) á lo menos no juzgue tan mal del autor? ¿Quién sabe si como tomó la pluma para escribir contra él, viendo lo que le habian hecho decir, leyendo aora lo que dice, vuelva por él, defienda su inocencia, alabe su doctrina, respete su mérito, y no dude de su catoli cismo? Me remito á la obra, léala V. y reflexiónela, aunque sea con la mayor crítica y severidad; pero tambien sin prevencion y preocupaciones y casi no dudo de la rectitud de su ánimo, que leido el proceso en su fuente, mudará de sentencia, v hará otro juicio del que ha hecho,

cuando no me engañe ó la equidad del juez, ó la bondad de la causa.

Pero éste que le remito; es el proceso en su fuente, ó la misma obra del autor? Yo diría que sí, con el testimonio de mi conciencia: porque aunque en la traduccion no me he atado á las palabras, y he usado alguna concision; pero he procurado guardarle fielmente el sentido, no alterando la sustancia, y esponerle sin que pierdan de su fuerza las razones. No obstante, porque pudiera ser que tal vez mi pequeñez no hubiera alcanzado los vuelos de su mente: mucho mas que no logré sino una copia latina de mano imperita, y en algunos pasos incompleta, y esa á retazos, y por un tiempo mui limitado; seria bien que cuando se quiera impugnar el sistema (lo que haciendose en la debida forma, sería grato y útil, para que con el contraste se descubriese mas la verdad) no se tomase mi traduccion como testo; sino que sin hacer caso de la corteza de las palabras, que son mias, se vaya al fondo á buscar la medula de las razones, y lo que es propio del autor. Así apartando lo precioso de lo vil, sin perder tiempo en las voces, tendrá en lo que importa el sábio impugnador un dilatado campo en que haga alarde de su doctrina, erudicion y raciocinio,

&c.

De V. siempre afecto

JOSE VALDIVIESO.

El éxito no correspondió á mis esperanzas, pues volviendome la obra despues de algunos meses, la acompañó con dos cartas: una al Sr. Sotelo, y otra á mí, y con una concordancia de la obra con el compendio. En la concordancia pretende probar, que los sentimientos de la obra son idénticos con los del compendio: y por consiguiente, que lo que tiene escrito contra el compendio, lejos de retractarlo, lo confirma y ratifica como escrito contra la

TOMO III.

Y

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