Obrazy na stronie
PDF
ePub

ninguno me importune. Como estas cosas particulares no las hallo en la revelacion, es preciso que las ignore y que me contente con mi ignorancia. No obstante, entre estas cosas particulares pertenecientes al mismo misterio, hallo una sola que no ignoro, ni puedo dejar de conocerla; esta es, la circunstancia del tiempo en que el misterio entero debe suceder. Quiero decir, que el misterio entero, ó lo que es lo mismo, la resurreccion de todos los individuos del linaje de Adán, el juicio último, la sentencia última, y la ejecucion de esta última sentencia, no pueden suceder luego inmediatamente en el mismo dia natural de la venida en gloria y magestad de nuestro Señor Jesucristo, porque esta idea repugna visible y evidentemente al testo mismo de S. Juan. Mucho mas repugna, si se considera y examina con todo su contesto, como debe ser. Y repugna todavia muchísimo mas, si se considera unido este misterio y combinado con todas las Escrituras del antiguo y nuevo Testamento. Todo lo cual, como que es el asunto primario y principal de toda esta obra, hemos venido declarando y tal vez demostrando hasta el presente misterio, ó hasta la resurreccion de la carne y juicio universal. Preguntareis acaso: qué será despues de esto? Esto es lo que últimamente voy á proponer en el capítulo siguiente.

CAPITULO XV.

ESTADO DE NUESTRO ORBE TERRAQUEO Y DE TODO EL UNIVERSO MUNDO DESPUES DE LA RESURRECCION Y JUI

CIO UNIVERSAL.

PARRAFO I.

386. RESUCITADA toda carne del linage de Adán, concluido el juicio universal, y egecutada la sentencia irrevocable, para unos de vida, para otros de suplicio eterno, segun sus obras; os oigo decir, Cristófilo amigo, ¿qué será despues de esto? A esta pregunta general, yo no puedo responder sino con la respuesta tambien general del mismo Jesucristo: irán estos al suplicio eterno; y los justos á la vida eterna*. Veo tambien, que no satisfecho con estas generalidades, aunque ciertísimas, deseais saber algunas otras cosas particulares pertenecientes á este misterio del modo que estas se pueden aora saber: esto es, ó por revelacion divina, auténtica, espresa y clara, ó á lo menos por un buen raciocinio, ó por una prudente congetura fundada sólidamente en la misma revelacion. Por tanto, me preguntais entre otras mil cosas estas tres principales y fundamentales.

PRIMERA.

387. ¿Qué es lo que yo pienso segun las Escrituras sobre la suerte ó estado en que quedará nuestro miserable é iniquísimo orbe, en cuya superficie habitámos, despues de la resurreccion y juicio universal? Estendiéndo desde aquí vuestra curiosidad á todos los otros orbes innumera* Ibunt hi in supplicium æternum; justi autem in vitam æternam. - Mat. XXV, 46.

bles que se nos presentan á la vista en una noche serena luego al punto que levantámos los ojos desde la tierra al cielo; y esto en cualquiera parte de la tierra en que nos hallémos.

SEGUNDA.

388. Qué es lo que yo pienso segun las Escrituras ¿ sobre el lugar determinado de todo el universo mundo, donde deberán ir todos los que resucitaren á vida para gozar en este lugar determinado ó en este paraiso, así de la vista fruitiva de Dios, como de otras cosas accesorias que les están igualmente prometidas?

TERCERA.

389. En consecuencia de estas dos primeras me pedís la última (que requiere capitulo aparte) es á saber que os dé en hreve y segun las Escrituras una idea verdadera, clara, sensible y perceptible á todos, sobre la felicidad y bienaventuranza eterna que está prometida á los que se salvarán, principalmente despues de la resurreccion, universal; á cada uno segun sus obras*: no tanto (decís con gran razon) sobre su gloria y bienaventuranza sustancial, que consiste en la fruitiva vision de Dios y posesion del sumo bien, la cual es inefable é inesplicable; cuanto sobre aquella gloria y felicidad, que llamámos accidental, la cual compete á nuestra alma, no ya separada del cuerpo, sino unida con él estrechísimamente; no ya como puramente racional 6 intelectual, sino tambien como sensitiva, por medio de los órganos del cuerpo; no ya en fin como puro espíritu, sino unida inseparablemente con aquel mismo cuerpo para el cual fué criada.

[ocr errors]

390. O amigo mio! ardua cosa me pides. ¿Quién es capaz en el estado presente de satisfacer plenamente á estas tres preguntas? Buscad esta plena satisfaccion en tantos sapientísimos y eruditísimos que han tocado estos

* Unicuique secundùm opera ejus.

Mat. xvi, 27.

puntos, y me parece cierto por mi propia esperiencia que no la hallaréis.

PARRAFO II.

391. Empezando por el primer punto, hallaráis facilmente una gran diversidad de opiniones ó modos de pensar, hallaréis una prodigiosa multitud de cuestiones, que sobre esto se han escitado, y os parecerá todo como un laberinto de donde apenas podréis salir. Si todas ó las mas de estas cuestiones inútiles, si todas estas diversas opiniones ó modos de pensar se han fundado sobre algun principio realmente falso, ó sobre alguna ciencia fisica poco fundada, ¿qué quereis que suceda? Necesariamente debia suceder así, y efectivamente así ha sucedido: yo no pienso meterme en este laberinto y perder mi tiempo inútilmente en cosas que no hacen á mi propósito ni en pro, ni en contra. Solo quiero considerar en breve tres opiniones principales, la última de las cuales es la que yo abrazo con ambas manos.

392. Pensáron unos, y no de ínfima clase, que con la accion del fuego de que habla S. Pedro, quedará nuestro orbe terraqueo perfectamente cristalizado: por consiguiente diáfano ó trasparente hasta cierta distancia de su superficie ó circuito hasta su centro. Si preguntais hasta que distancia: os responden, que hasta incluir el limbo de los párvulos que murieron sin bautismo: porque no es creible, añaden, que estas pobres criaturas que no tuvieron ni pudieron tener pecado personal, sean condenadas despues de su resurreccion à perpétuas tinieblas (otros no obstante les dan la sentencia cruelísima de fuego eterno, aunque no tan activo). Mas la luz y claridad de este gran globo de cristal no llegará (prosiguen diciendo) hasta el límbo 6 infierno de los condenados; porque estos por su propia malicia, iniquidad, ó pecados personales y voluntarios, no verán lumbre jamas*. Preguntad aora, de donde se ha podido

Usque in æternum non videbit lumen. Ps. xlviii, 20.

tomar una noticia tan singular, y esperad la respuesta por toda la eternidad, ó mas allá si es posible. Consultad despues de esto este raro fenómeno con los que saben algo de fisica, es á saber, si la accion de un fuego el mas activo y violento que pueda imaginarse, v. g. el del Etna y Vesubio, &c., será capaz de cristalizar y dejar perfectamente diáfano ó transparente un cuerpo entero, heterogéneo, de una enorme grandeza, compuesto de diversísimas materias, unas sólidas, otras líquidas, unas volátiles, otras fijas, unas que se comprimen, otras que se dilatan á la accion del fuego, otras que fluyen y se derriten, otras que se endurecen, &c.; y despues de un maduro exámen sobre estas cosas así generales como particulares, juzgad con buena crítica.

393. La segunda opinion, que es de muchos antiguos y no antiguos, pretenden y sostienen, que así nuestro globo terráqueo como todos los otros globos celestes, luna, sol, planetas, estrellas, &c., volverán despues del juicio universal á la nada de donde salieron, ó á lo menos al caos de las fábulas. Fundase esta opinion en dos ó tres lugares de la Escritura santa, poco bien meditados, ó leidos con demasiada prisa, á los cuales añaden para mayor confirmacion la autoridad de algunos filósofos gentiles, y tambien algunos versos de las Sibílas. Los lugares de la Escritura son estos: Alzad al cielo vuestros ojos, y mirad ácia abajo á la tierra: porque los cielos como humo se desharán (ó faltarán, como leen Pagnini, y Vatablo. Los LXX leen: el cielo como el humo fué afirmado) y la tierra como vestidura será gastada, y sus moradores como estas cosas pecererán: Mas mi salud por siempre será y mi justicia no faltará (ó no será consumida)*.

Levate in cœlum oculos vestros, et videte sub terra deorsum : quia cœli sicut fumus liquescent [seu deficient... cœlum sicut fumus firmatum est], et terra sicut vestimentum atteretur, et habitatores ejus sicut hæc interibunt. Salus autem mea in sempiternum erit, et justitia mea non deficiet [Seu non conteretur]. -Isai. li, 6.

« PoprzedniaDalej »