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371. Sobre este último testo se pueden hacer estas dos preguntas. Primera: ¿quién es, ó qué cosa es este Gog y Magóg de que habla aquí S. Juan con tanta brevedad? ¿ Este misterio es acaso el mismo que describe difusamente él profeta Ezequiel en sus dos capítulos xxxviii y xxxix, como se piensa y se insinúa comunmente? Segunda: ¿este fuego de que habla S. Juan, qué caerá y consumirá la muchedumbre de Gog y Magóg, la cual cercó los reales de los santos, y la ciudad amada, será acaso universal á todo nuestro orbe? ¿Consumirá enteramente á todos sus vivientes y al orbe mismo?

372. Cuanto á lo primero, decímos que el Gog y Magóg de S. Juan no significan otra cosa sino estas gentes, que están en los cuatro angulos de la tierra: pues esta es la esplicacion precisa que el mismo Apostol da á aquellas dos palabras Gog, y Magóg. Mas esto mismo (decís) ¿qué cosa significa, qué sentido tiene claro y perceptible? ¿Nuestra tierra, en cuya superficie habitámos, es acaso algun cuadro cuadrilongo, ó rombo, 6 romboide, que tenga cuatro ángulos rectos ó agudos, ú obtusos, &c., como pensaron insipientemente algunos antiguos, y como todavia piensa mucho mas de la mitad del linage humano? ¿No es ciertamente una esfera ó globo casi perfecto, cuyo diámetro de un polo á otro se halla un poco menor que el de oriente á poniente, tirado por el ecuador?

373. Teneis razon, amigo mio: mas todas vuestras preguntas ó dificultades se desvanecen al primer asomo de reflexion Gog y Magóg, dice S. Juan, son las gentes que habitan sobre los cuatro ángulos de la tierra. ¿Qué ángulos son estos? Para formáros de esto una idea clara, tirad solamente dos líneas, que se corten ó crucen bajo vuestros pies: una de oriente á poniente: otra de norte á sur. Con esta sola diligencia, facilísima en cualquiera parte del mundo donde os halláreis, veis ya bajo vuestros pies cuatro ángulos rectos, cada uno de noventa grados. Si continuais con vuestra imaginacion estas dos líneas por ambos lados, vereís necesariamente, que se van curvando ó do

blando insensiblemente hasta formar dos círculos máximos, ó dos grandes anillos, que se van á unir ó cortar mútuamente en otro punto diametralmente opuesto al que vos ocupais. Por consiguiente, habeis dividido todo nuestro orbe en cuatro partes perfectamente iguales, y con esta division habeis formado bajo vuestros pies cuatro ángulos, y otros cuatro en vuestros antipodas. Pues esto es lo que llama S. Juan las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra, á Gog, y á Magóg.

374. Con esta inteligencia fácil y simplísima, nos librámos aquí de entrar en aquella cuestion ó disputa (no menos embarazosa que inútil) sobre el verdadero origen de estas dos palabras á Gog, y á Magóg, ó sobre el pais y lugar determinado de la tierra donde habitáron, habitan y habitarán hasta aquellos tiempos estas dos tribus, naciones ó generaciones. Sobre lo cual nos dicen unos, que son los Escitas: otros, que son los Tártaros Asiáticos: otros, que son los Godos: otros señalan ya los Turcos, ya los Persas, ya los habitadores del Tiber: ya en fin todas estas naciones juntas y unidas entre sí. Mas entre la oscuridad y tinieblas con que nos dejan todas estas diversas opiniones, nos sale al encuentro la pequeña y clarísima luz del Apocalipsis, con estas brevísimas palabras: las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra: con las cuales palabras nos declara que no tenemos que cansarnos en buscar á Gog y á Magog, en esta ó en aquella otra parte de la tierra, pues su verdadera significacion es esta sola: las gentes que estan en los cuatro ángulos de la tierra.

375. En todo este testo del amado discípulo, nos consuela infinito no leer en él la palabra todos. Leo en él que el dragon saliendo de su carcel, engañará las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra; mas no leo, que engañará á todas las gentes, ni á todos sus individuos. Por donde puedo prudentemente sospechar, y piadosamente creer, que muchos y aun muchísimos de los que entónces habitarán sobre los cuatro ángulos de la tierra,

no entrarán en la seduccion general, en la cual parece cierto que entrará la mayor y máxima parte: verificándose entonces en esta mayor y máxima parte, aquella sentencia del Espíritu Santo, que en todos tiempos la hemos visto. plenamente verificada: el número de los necios es infinito*. Y aquella otra de Jesucristo: Entrad por la puerta estrecha: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino, que lleva á la perdicion, y muchos son los que entran por élt.

376. Si buscamos aora (como por modo de erudicion ó diversion) este Gog y Magóg en la familia de Noé, segundo padre del linage humano, hallámos fácilmente á Magóg, hijo segundo de Jafét: mas á Gog no lo hallámos ni en el Génesis, ni en toda la Escritura, hasta el cap. xxviii de Ezequiél; y despues en el cap. xx del Apocalipsis. Solamente en el libro i del Paralipomenon ‡ se nombra un cierto Gog, nieto de Rubén, de quien nada se sabe, ni hace figura alguna en la historia. Por tanto, yo sospecho, que el Gog, así de Ezequiel como del Apocalipsis, no es otro que Gomér, hermano mayor de Magóg y primojénito de Jafét. De la familia de estos dos y de sus cinco hermanos menores, dice la Escritura estas palabras: Por estos fueron repartidas las islas gentes en sus territorios: cada uno conforme á su lengua y sus familias en sus naciones §. Esto es lo único que sobre este punto hallámos en la Escritura santa; lo cual parece que concuerda perfectamente con el testo de S. Juan: las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra, á Gog, y á Magóg. Lo demás, fuera de esto, parece un poco adivinar.

* Stultorum infinitus est numerus. - Eccle. i, 15.

Intrate per angustam portam: quia lata porta, et spatiosa via est, quæ ducit ad perditionem, et multi sunt, qui intrant per eam. Mat. vii, 13.

↑ Cap. v, 4.

§ Ab his divisæ sunt insulæ gentium in regionibus suis, unusquisque secundùm linguam suam et familias suas in nationibus suis.— Gén. x, 5.

PARRAFO IV.

377. Aora: este Gog y Magóg del Apocalipsis, es acaso el mismo misterio de que habla difusamente Ezequiél en sus dos capítulos xxxviii y xxxix? Los intérpretes es ciertísimo que así lo suponen; mas tambien es ciertísimo, que no solo no prueban, pero ni aun siquiera dan muestras de hallar en esto alguna dificultad. No obstante, la diferencia y distancia entre uno y otro misterio es tan visible, que basta una simple leccion de ambos lugares para conocerla al punto sin poder dudar. Primeramente. Los tiempos de uno y otro misterio son evidentemente diversísimos. El misterio de Ezequiél por confesion de todos, y por confesion necesaria, debe suceder mucho antes de la venida del Señor y aun antes del Anticristo, segun otras varias Escrituras, que quedan ya observadas especialmente en el fenómeno viii, art. viii. A lo menos es ciertísimo por confesion de todos, que despues de destruida la muchedumbre de Gog, de que habla Ezequiél; despues de sepultada en el valle de la muchedumbre de Gog... ácia el Oriente de la mar*, debe quedar un tiempo grande é indeterminado, pues los Judios ya restablecidos en tierra de sus padres, contra quienes ha de ir esta gran muchedumbre, recojerán los despojos de estos enemigos: las armas, el escudo, y las lanzas, el arco, y las saetas, y los báculos de las manos, y las picas: y los quemarán con fuego siete años. Y no llevarán leña de los campos, ni la cortarán de los bosques: porque quemarán las armas al fuego, &c. Mas en el misterio y testo de S. Juan se ve otra idea infinitamente diversa: ya porque este misterio solo puede verificarse mil años (ó sean mil siglos) despues

* In valle multitudinis Gog... ad Orientem maris.—Ezech. xxxix, 15, 11.

+ Arma, clypeum, et hastas, arcum, et sagittas, et baculos manuum, et contos: et succendent ea igni septem annis. Et non portabunt ligna de regionibus, neque succident de saltibus: quoniam arma succendent igni, &c. — Ezech. xxxix, 9, et 10.

de la venida del Señor en gloria y magestad, despues de la muerte de la bestia, prision del diablo, &c.; ya porque luego, al punto, sin mediar otra cosa alguna, pone la resurreccion y juicio universal (y esplica ambas cosas con estas palabras): Dios hizo descender fuego del cielo, y los tragó... Y vi un grande trono blanco *.

378. Lo segundo: el profeta Ezequiél habla solamente de Gog, y con Gog, no con Magóg: antes á este último lo supone quieto é inmovil en su pais. Así, dice de Magóg (y es la única vez que lo nombra cuando á Gog lo nombra once veces): enviaré fuego sobre Magóg, y sobre aquellos que moran en las islas sin recelo: y sabrán que yo soy el Señor t. Mas S. Juan en su último misterio nombra á los dos, á Gog y á Magóg: (esto es) las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra: las cuales gentes (esto es): Gog y Magóg cercarán los reales de los santos, y la ciudad amada. Y Dios hizo descender fuego del cielo, y los tragó, &c. §

379. Lo tercero: el misterio de Ezequiél es evidentemente el mismo que anunciaron otros Profetas, como lo dice el mismo Profeta espresamente en palabra del Señor, hablando con Gog, por estas palabras: Esto dice el Señor su Dios: Tú pues eres aquel de quien hablé en los dias antiguos, por mano de mis siervos los Profetas de Israél, que profetizáron en los dias de aquellos tiempos, que te traeria sobre ellos. Y acaecerá en aquel dia, en el dia de la venida de Gog sobre la tierra de Israél, dice el Señór Dios, subirá mi indignacion en mi furor. Y en mi

Et descendit ignis à Deo de cœlo, et devoravit eos... Et vidi thronum magnum candidum.-Apoc. xx, 9, et 11.

+ Et immittam ignem in Magog, et in his qui habitant in insulis confidenter: et scient, quia ego Dominus.- Ezeq. xxxix, 6.

(Id est) gentes, quæ sunt super quatuor angulos terræ.— Apoc. xx, 7.

§ (Id est) Gog et Magog... circuïerunt castra sanctorum, et civitatem dilectam. Et descendit ignis à Deo de cœlo, et devoravit eos, &c.-Apoc. xx, 7, 8, et 9.

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